Es un hecho que el “caso Maldonado” ya no es noticia como antes de las elecciones. Especialmente al Frente Para la Victoria, le dejó de servir la muerte de este chico que tuvo la mala idea de morirse ahogado, en vez de desaparecer en manos de la Gendarmería como le hubiese gustado a CFK , sus adulones y la sarta de impresentables, operadores y mentirosos que en radio y televisión multiplicaban la infamia.
Pasaron las elecciones y lo que habíamos advertido con muchísima anticipación ocurrió: a nadie le importaba Maldonado, solo tenía valor para la oposición descarnada de un sinnúmero de energúmenos que poblaban las plazas encabezando una sentimiento que poco sentían y usando el dolor popular para impulsar sus bajos instintos, tratando de esmerilar un gobierno que hoy tiene el poder que ellos perdieron por corruptos, ineptos y mendaces.
Como resabio de aquella “gesta” repudiable de la década perdida, una parte del periodismo quedó contaminado con resabios de la chabacanería que nos hicieron vivir desde el poder, con aprendices de operadores berretas, a los cuales ni siquiera les funciona el engaño, de tan ordinarios que fueron y son para responder a las órdenes de sus dueños.
Hoy se difundió a través del sitio “Chequeado” que durante el fin de semana, circuló por las redes sociales una versión falsa sobre la muerte de Santiago Maldonado y rápidamente, la red de la chabacanería periodística que “hace periodismo” con Twitter y Facebook, viralizó la noticia donde cayeron incautos que desde su ignorancia desconocen (aún hoy) lo que es la información que circula por internet, fabuladores que les gustan las intrigas sin sustento ni probanzas a mano y los que intentan “llegar primero”, sin entender que hoy el objeto de periodismo no es ser primero sino ser mejor.
En velocidad, nunca un periodista va a poder ganarle a la inmediatez de las redes sociales y la transmisión on-line de los sucesos; su función primordial es darle marco a esa información, explicarla, analizarla y ampliarla. Muchos editores de portales, egoístas hasta para escribir, consumen en cuatro líneas una información que obligan al lector a recurrir a otro medio para interiorizarse de los detalles del suceso. Y creen que hacen periodismo…
En este caso, según LN, el diario Los Andes de Mendoza publicó una nota en la que se entrevistaba a una mujer -Analía Lloret- a quien se identificaba como perito de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En ella, Lloret decía que el informe forense señalaba que Santiago Maldonado murió de un “ahogamiento intencional”.
Esta versión se expandió rápidamente por las redes, fue republicada por el diario La Prensa, los sitios ligados con el kirchnerismo, El Disenso y Diario Registrado, y por decenas de medios provinciales, como El Independiente de La Rioja, Contexto de Tucumán y Noticias del Sur de La Pampa, entre otros. El periodista Jorge Asís también difundió en Twitter la noticia y cosechó más de mil retweets.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) desmintió haber contratado a una perito para intervenir en la pericia del cuerpo de Maldonado. Además, la abogada de la familia, Verónica Heredia, también negó que la mujer citada haya participado de la pericia y dijo que “ni siquiera hubo alguien con un nombre parecido”.
Esto, claramente nos demuestra que estamos sumidos en el mundo de la inmediatez y de la estupidez. Al primero nos cuesta adaptarnos, del otro es necesario curarse; en este fenómeno tienen directa responsabilidad los medios que hacen periodismo con las redes sociales. La tecnología es maravillosa y necesaria, en la medida en que el profesional de los medios ponga una pared entre ella y su labor. Entre aquel periodismo al cual en el 81 se le auguraba que dejaría la Remington para escribir en comuputadoras, al de hoy, no solo ha pasado el cambio tecnológico sino un cambio conceptual de la profesión.
El caso Maldonado está teñido por muchos males del periodismo moderno: la militancia rentada, las operaciones remotas, la utilización de causas nobles para fines políticos y la utilización de los estúpidos para difundir las bombas de humo.
De todo esto nos nutrieron los kirchneristas que rezaban para que a Santiago Maldonado nunca se lo encontrara o lo hallaran muerto en el patio de atrás de un escuadrón de Gendarmería, como forma de darle sustento a sus mentiras, como de parte de los “trolls” macristas que contrarrestaban el humo con más humo, enrareciendo la atmósfera social y empujando la verdad cada vez más lejos de nuestro alcance.
En todo esto, gran parte del periodismo tiene responsabilidad. Como tiene culpa de haber armado y sostenido a la jefa de la banda para que hiciera su campaña, dándole aire, televisión y radio, más aún que cuando era presidenta, cuando todos apagaban los aparatos para no escuchar sus cadenas interminables. Pasado el tsunami político, los mismos medios, olvidaron todo: como si nada hubiera ocurrido; pero sí, pasó y mucho: CFK fue elegida senadora y Santiago Maldonado murió ahogado por designios de su desgraciado destino.
Pero para llegar a esto, debimos transitar por un universo de mentiras, enredos, mensajes falsos, falsas ideologías, falsos debates y falsas noticias.
El neoperiodismo terminó enredado en las redes y lamentablemente, esto también es corrupción, porque al vulnerarse la verdad, se vulnera el derecho de la audiencia y la confianza y credibilidad que debemos tener, lo cual, para algunos, claramente no es un bien mensurable.
Rubén Lasagno – Agencia OPI Santa Cruz)
Comentarios
Aún no hay comentarios.